Que tal amigos, este domingo estuvimos visitando la hermosa Quebrada Yanajune con el pueblito de Ayas y su hermosa cascada, la Cascada Mortero, eje central de la vida en ese lugar, muy hermoso y silvestre y además un poco sufrido de acceder, luego de una nada corta caminata con bastante desnivel, pero que nos permite apreciar la naturaleza de nuestras montañas en pleno, increíble que a tan poco tiempo de Lima, apenas 2 horas de viaje carretero, podamos encontrarnos en un lugar con tanta vida silvestre. La Cascada Mortero se encuentra aprox. a 2800 mts de altitud, en la provincia de Huarochiri y el distrito de San Jerónimo de Surco. Sus varios chorros de agua no solo son un placer para la vista, el rumor del agua cayendo al suelo de piedra produce música natural que nos comunica una sensacion inigualable de tranquilidad. También la existencia del simpático puente colgante, el que le da emoción al viaje al cimbrarse a nuestro paso, así como la variedad de especies vegetales que crecen favorecidas por el microclima que se forma alrededor de la cascada y que a su vez atrae a muchas especies animales, especialmente aves e insectos. Todo esto hace que valga la pena ascender hasta la cascada. El sol y el calor fue un acompañante perenne en nuestra travesía, el mismo que nos llena de energía que esperamos se convierta en fuerza y positivismo que nos acompañe durante esta semana para sobrellevar los trajines cotidianos con el mejor de los ánimos. La buena disposición anímica de los participantes es algo que resaltar del día, es gratificante observar como las personas disfrutan con lo que ven en la ruta sea el entorno natural y la imponente geografía de los lugares que visitamos, a pesar del esfuerzo que significa ascender y luego descender. Es resaltante el esfuerzo de cada participante por preparase mejor y equiparse adecuadamente para realizar cada travesía dominguera, recordando que estas excursiones no son simples paseos al campo, mas bien practicas que requieren de un nivel de preparación y el equipamiento adecuado. El trekking es una actividad que no solo nos permite realizar ejercicio físico, también nos da la oportunidad de conocer lugares y desarrollar aprecio por los sitios que visitamos en donde no solo vemos paisajes naturales, también llegamos a pueblos que tienen costumbres, trajines y cultura propia, así como a sitios con vestigios arqueológicos de civilizaciones pasadas que evidencian el paso del hombre por aquellas montañas. Así que de manera parecida a los antiguos quienes rendían veneración y culto a las montañas atribuyendoles poderes increíbles, hoy a nuestro modo también les damos veneración al visitarlas con asiduidad y admiración, respetando la naturaleza, preservando el entorno y difundiendo sus atractivos. De hecho Mortero es un lugar que nos envuelve con su propia magia y nos anima a seguir caminando por tanto lugar natural que tenemos cerca de nuestra ciudad...gracias amigos, hasta la próxima.
Excursiones de Mario Lopez
Este es un espacio destinado a la difusion de la caminata o trekking, como una actividad deportiva y como un medio para conocer lugares naturales.
viernes, 7 de mayo de 2010
Estuvimos en la Cascada Mortero. Domingo 16 de Mayo
Que tal amigos, este domingo estuvimos visitando la hermosa Quebrada Yanajune con el pueblito de Ayas y su hermosa cascada, la Cascada Mortero, eje central de la vida en ese lugar, muy hermoso y silvestre y además un poco sufrido de acceder, luego de una nada corta caminata con bastante desnivel, pero que nos permite apreciar la naturaleza de nuestras montañas en pleno, increíble que a tan poco tiempo de Lima, apenas 2 horas de viaje carretero, podamos encontrarnos en un lugar con tanta vida silvestre. La Cascada Mortero se encuentra aprox. a 2800 mts de altitud, en la provincia de Huarochiri y el distrito de San Jerónimo de Surco. Sus varios chorros de agua no solo son un placer para la vista, el rumor del agua cayendo al suelo de piedra produce música natural que nos comunica una sensacion inigualable de tranquilidad. También la existencia del simpático puente colgante, el que le da emoción al viaje al cimbrarse a nuestro paso, así como la variedad de especies vegetales que crecen favorecidas por el microclima que se forma alrededor de la cascada y que a su vez atrae a muchas especies animales, especialmente aves e insectos. Todo esto hace que valga la pena ascender hasta la cascada. El sol y el calor fue un acompañante perenne en nuestra travesía, el mismo que nos llena de energía que esperamos se convierta en fuerza y positivismo que nos acompañe durante esta semana para sobrellevar los trajines cotidianos con el mejor de los ánimos. La buena disposición anímica de los participantes es algo que resaltar del día, es gratificante observar como las personas disfrutan con lo que ven en la ruta sea el entorno natural y la imponente geografía de los lugares que visitamos, a pesar del esfuerzo que significa ascender y luego descender. Es resaltante el esfuerzo de cada participante por preparase mejor y equiparse adecuadamente para realizar cada travesía dominguera, recordando que estas excursiones no son simples paseos al campo, mas bien practicas que requieren de un nivel de preparación y el equipamiento adecuado. El trekking es una actividad que no solo nos permite realizar ejercicio físico, también nos da la oportunidad de conocer lugares y desarrollar aprecio por los sitios que visitamos en donde no solo vemos paisajes naturales, también llegamos a pueblos que tienen costumbres, trajines y cultura propia, así como a sitios con vestigios arqueológicos de civilizaciones pasadas que evidencian el paso del hombre por aquellas montañas. Así que de manera parecida a los antiguos quienes rendían veneración y culto a las montañas atribuyendoles poderes increíbles, hoy a nuestro modo también les damos veneración al visitarlas con asiduidad y admiración, respetando la naturaleza, preservando el entorno y difundiendo sus atractivos. De hecho Mortero es un lugar que nos envuelve con su propia magia y nos anima a seguir caminando por tanto lugar natural que tenemos cerca de nuestra ciudad...gracias amigos, hasta la próxima.
Excursion Cascada Palakala, Domingo 9 de Junio
Hola
amigos, la cascada Palakala es una ruta convertida en un clásico para
todos los caminantes y amantes de la montaña. Teniendo a la caída de agua como
atractivo principal, Palakala también nos da la oportunidad de observar todo un
ecosistema propio de nuestra serranía, con una enorme variedad de vida
silvestre. El ascenso
a Palakala involucra cierto esfuerzo físico, por lo que recomendamos cierta
experiencia en caminatas para realizar esta actividad.
¡¡¡ Anímense a conocer esta hermosa cascada y toda la naturaleza
que la rodea¡¡¡Hora y lugar de encuentro: Este domingo 21 entre Avs. Javier Prado Este y Paseo Parodi. a las 7.30 am .
Precio: 70 soles. Incluye la
movilidad privada, ticket de ingreso al circuito de trek y la conducción del
grupo.
Para participar deben comunicarse
con Mario a los teléfonos: 9911644
Para participar comunicarse a
través de un correo a : pajarologo@yahoo.com o a mario.pajarologo@gmail.com . O a los teléfonos
991164478 / 3300278
La Inscripción Previa es indispensable
para los arreglos de movilidad.Los espero...gracias
sábado, 1 de mayo de 2010
Comentarios de Choquequirao. Cronica de un viaje
...¡¡¡ QUE TAL AMIGOS ¡¡¡...a comienzos de Agosto tuve la oportunidad de visitar la ciudadela Inca de Choquequirao, aquella que esta colgada en las montañas, encima del río Apurimac, rodeada de selva húmeda, a pesar de estar en zona de sierra y colmada de exuberancia y vida, porque a medida que ascendemos hacia ella vemos como van cambiando los paisajes y los pisos ecológicos para deleite de los observadores de la naturaleza...fui con 5 entusiastas amigos con quienes, a pesar de nuestros caracteres diferentes , conformamos un fantástico equipo que “dominó” el cansancio y el agotamiento físico y porque no, también el aspecto anímico como cuando enfrentamos condiciones climáticas adversas durante nuestro periplo.
...PRIMER DÍA...
La caminata empieza en el pueblo de Cachora, lugar que me lo imagine más austero y menos bello de lo que en realidad es. Este simpático pueblito a 3000 mts de altitud esta enclavado en un valle amplio de mucho verdor y laderas arboladas que mira al fastuoso nevado Padreyoc y completa así un imponente paisaje. Tal vez el exagerado volumen de excremento de equinos lo desmerezca algo, pero tenemos que recordar que desde hace algunos años la gente aquí vive del turismo y tener mulas y caballos es mas rentable que tener vacas lecheras. En fin, desde aquí se inicia la marcha y demora algo mas de tres horas llegar hasta el lugar denominado Capuliyoc que es donde empezamos la "brutal" bajada hasta la parte mas baja de la quebrada del Apurimac, que es nuestra primera meta. Ya en Cachora descubrí que esas dos horas se pueden "ahorrar" si alquilamos un taxi que nos acerque hasta Capuliyoc. Son 11 kilómetros que gustosos los dueños de las movilidades del pueblo nos trasladan previo pago de 40 soles la carrera...será para la próxima. Desde Capuliyoc se puede divisar la cima en que se encuentra la ciudadela Inca. Inclusive con un buen binocular se llegan a observar algunas edificaciones. Sin embargo lo que más nos sorprende es el tremendo camino que nos espera para ser descendido. Me dio la impresión de estar en una cantera de ladrillo molido, debió haber sido por el fuerte sol de ese momento (medio día) y la tierra rojiza del lugar así como la gran cantidad de pajonal en esas laderas caldeadas. Desde allí el Apurimac se ve como un delgadísimo riachuelo al fondo del cañón. Se aprecia también en un mejor ángulo al magnifico Padreyoc. Algo que llamo mi atención en ese momento fue que debajo del glaciar hay una exuberante vegetación, como que los deshielos del mismo producen la humedad suficiente para alimentar todo ese ecosistema. Se ve desde allí un bosque silvestre, sin intromisión humana. Ya me imaginaba a los osos de anteojos merodeando en esas laderas y buscando flores de bromelias en los árboles, su alimento principal.
Para quienes cuentan con un caballo y arriero para el trayecto, hasta aquí van sentados en la cabalgadura. A partir de Capuliyoc el descenso debe de ser a pie. Ningún arriero hace bajar a sus animales con personas a cuestas, puesto que afirman que los caballos se pueden desbarrancar con semejante peso. Por tanto no queda otra cosa que agarrar bien los bastones y empezar la larguísima bajada. Sabíamos que eran alrededor de 4 o mas horas para llegar al fondo del Cañón, al lugar denominado Playa Rosalina, así que empezamos. Después de un buen rato y desarmarse uno de los bastones de las participantes, llegamos a un banco de piedra en una curva del camino. Creo que había pasado más de una hora, así que nos sentamos un rato para observar todo lo que habíamos descendido y que nos pareció bastante. Además era impresionante la austeridad de esa ladera, cubierta con paja seca y algunos troncos que se resistían a ser calcinados por el sol. A mi pregunta de que si ese lugar era Cocamasana el arriero Wilberto me contesto que ese sitio se llama Tinajayoc. No se si era para salir del paso su respuesta, pero en mi mente se quedo grabado ese nombre. Cocamasana nos esperaba mas adelante. No demoramos mucho en llegar a ese lugar. aprox. 40 minutos. El paisaje ahí es diferente. Un letrero anuncia la llegada al sitio. Así anunciará desde allí todos los descansos y paradas de la ruta. Desde allí ya se puede ver nuestra meta para ese día. La Playa Rosalina esta al fondo y eso nos animo pues ya veíamos a donde íbamos a llegar. Mientras nos refrescábamos sentados en la banca de piedra del lugar, y esta debidamente techada para guarecernos con su sombra, un hermoso Cóndor sobrevoló largo tiempo el lugar y nos deleito con su dominio del planeo.
Cocamasana es una hermosa arista en todo ese camino. Hay un par de casitas de lugareños, y al regreso descubrimos aun mejor las bondades del lugar. Esta en una angostura del gran Cañón que permite la aparición de árboles de Ceibos y Eryotecas, de hecho ese lugar es un ecosistema diferente al resto puesto que es seco, pero también debe de tener mecanismos para almacenar humedad, pues los troncos estacionalmente secos de los muchos árboles que hay allí están colmados de plantas epifitas como las bromelias, tillandsias y orquídeas, algunas con flores. Un deleite para el observador de la naturaleza. También hay cactus, gramíneas y otras como los huanarpos o jatropas. Ese día continuamos bajando mientras la tarde avanzaba y el calor no cesaba. Ya veía el escarpado camino que tendríamos que ascender al siguiente día. Le pregunte a Wilberto donde estaba Maranpata. Me señalo un "pequeño" arbolito (al menos así se divisaba desde el frente) y me dijo que "allí es Maranpata"... ese lugar nos esperaba para el día siguiente, mientras ya era mas de las 3 de la tarde cuando llegamos a Chiquisca, lugar que también divisábamos desde arriba. Chiquisca es un verdadero oasis en el camino. Allí hay bastante espacio para establecer campamentos en medio de mucho verdor y sombra. Existen baños bien equipados. También me pareció que había algunos cuartos dedicados al hospedaje. Se pueden conseguir caballos y mulas para el arreo. Un par de familias venden agua (a 3.50 soles la botella chica y 10 soles la de 2 litros), gaseosas, galletas, algunas frutas (por lo cálido del lugar hay árboles de papayas, chirimoyas y mangos), una que otra golosina y cerveza, a 10 soles la botella. Un par de botellas "refresco" nuestras gargantas, pues del cansancio ya teníamos las lenguas besando nuestras rodillas. Estaban deliciosamente heladas, porque aquí hay refrigeradoras a gas, y nosotros lo celebramos y recuperamos fuerzas para hacer el descenso final del día. Después de un nada breve descanso continuamos descendiendo. Conté como 20 zigzag para llegar a Rosalina. Aquí el camino se hizo mas seco que nunca y los cactus nos acompañaron en todo ese trayecto. Existen algunos muy grandes y altos que me recordaron las columnares Browningias de la Quebrada de Tinajas muy cerca de Lima. También otros mas pequeños, con flores tubulares y muy rojas, Finalmente empezó a aparecer una vegetación muy rojiza en las laderas de aquellos cerros y el rumor del río...se sentía cada vez mas fuerte, señal que estábamos cerca de la llegada al campamento...hasta que llegamos. Ya era más de las 4 de la tarde. Nuestras piernas ya pedían descanso. Al final de la excursión llegue a la conclusión que ese fue el tramo mas exigido de los 5 días de caminata. Llegamos a Playa Rosalina, no había arena en la orilla como pensé al comienzo y no era tan sencillo bañarse en el río, como me habían comentado mis amigos en Lima, además de la "nube" de mosquitos que nos esperaba abajo. Hay un pequeño quiosco de una señora que vive allí y vende agua, gaseosas, etcetc...además de frutas. Carlos se abalanzo sobre una papaya, que compartió con los amigos y resulto ser un manjar por lo dulce que estaba y lo refrescante a nuestros paladares resecos. Al rato Tereza e Isabel devoraron la que quedaba en el puesto. En el lugar hay un conjunto de edificaciones muy recientes, con baños y duchas a manera de un centro vacacional, sin embargo no funciona como tal. A falta de alguien que informe, esa noche no armamos carpas y nos instalamos en un cuarto que estaba abierto, solo insulates y sleepings en el suelo y listo...a preparar la cena y organizarnos para el día siguiente. La noche en Rosalina es cálida. El lugar esta a 1500 mts de altitud y encerrado en lo estrecho del cañón, por lo que el frío no se siente. Sin embargo para dormir tuvimos que embadurnarnos con repelente puesto que los mosquitos planeaban "cenarnos" por entero. Tampoco estuvimos solos pues un grupo de más de 10 personas llego casi con la oscuridad y por poco casi nos deja sin hospedaje. Este grupo arranco a las 5 o 6 de la mañana del día siguiente hacia Choquequirao y fue nuestro "despertador" matinal. El plan de ellos era llegar a la ciudadela y de allí caminar hasta Aguas Calientes. Nosotros arrancamos a las 7 y un poco mas, después del "sustancioso" desayuno de avena y tortilla de huevo con Hot dog. En Rosalina es frecuente oír a las bandadas de loros que viven en las montañas circundantes y que bajan a la quebrada a comerse la fruta de los lugareños. La señora del quiosquito también me comentaba que hay murciélagos que comen la fruta, así que ni loros ni murciélagos son bien vistos por ellos. También comentaba de murciélagos que "pican" a los caballos, supongo que deben ser vampiros, así que mucho cuidado con dormir a la intemperie......
Empezamos el día con mucho entusiasmo y tratando de ganarle al sol que cuando cae por esos lares puede ser despiadado. Por ser el encargado de la cocina siempre salí último. Los demás "arrancaban" apenas terminaban de desayunar. Lo que sabíamos era que primero tendríamos que llegar a un lugar que se llama "Santa Rosa Baja" y aunque desde Rosalina no se ve, yo había divisado el día anterior con detenimiento como eran las paradas por hacer. Santa Rosa, tanto "baja" como la otra Santa Rosa un poco mas arriba, se ubican aprox. a 2100 mts de altura. Al comienzo el camino es muy austero, como el que nos termino de traer a Rosalina, bastante parado y limitado por una falda muy vertical en ese cerro, casi una pared. Se llega en una hora y media a dos horas y allí hay un simpático campo para quedarse, al estilo de los campings de Santa Eulalia alrededor de Chosica. Hay un trapiche de caña en el lugar, pues allí la siembran y crece bien, al igual que los árboles de chirimoyos, paltos y otros. También hay un pequeño quiosco que provee de agua, gaseosas y otras pocas cosas y también un amable joven llamado Julián quien atiende el lugar y conversa agradablemente con cuanto viajero o caminante pare allí, parada que es "obligatoria" porque a Santa Rosa se llega desde el río con una sed sahariana y sudando debido al fuerte sol que ya nos alcanzo para esa hora, al punto que una parte del ceremonial allí es sacarse el polo y exprimirlo hasta eliminar cuanta gota de sudor empape nuestra ropa. De hecho también hay abundante agua y hasta una ducha que se puede tomar pues el anfitrión del lugar lo permite mientras esperamos secar un poco la ropa tomando agua, gaseosa o tal vez una refrescante cerveza sentado en la banca del lugar. El lugar es tan simpático que provoca tirar la mochila y echarse a solear en el pasto, pero sabemos que ese día tenemos que llegar al campamento allá arriba, pasando primero por Maranpata, así que no queda otra cosa que retomar la mochila a la espalda y continuar. La otra Santa Rosa, la "alta" esta “allicito nomás”, a 20 minutos arriba, y la estanciera es la tía de Julián, aunque no tan amable como el sobrino, pero allí se le puede encargar a la señora que prepare algún potaje o platillo. Los servicios higiénicos de Santa Rosa Alta son mucho mejores y también
tiene su área verde para las carpas. Ambos lugares cobran la "astronómica" suma de 1 sol por carpa, nada como para desfalcar nuestros bolsillos. Pasamos de largo por allí y ya vimos como había cambiado el panorama, pues las dos Santas Rosas tienen bastante verdor en relación a Playa Rosalina. Hay bastantes campos de cultivos y sembríos. Muchas pequeñas aves de sierra acompañan al caminate y a medida que se asciende van en aumento las flores silvestres así como la vegetación. También aumenta la sombra en el camino, pues aparecen arbustos grandes y arbolitos que la proveen, hecho que es bienvenido en un camino caluroso y al medio día. A medida que volteamos una curva sabemos que estamos cada vez mas cerca de Maranpata, busco el arbolito que me señalo Wilberto el día anterior y por ratos lo veo, cada vez mas grande. Los demás ya deben estar en Maranpata, sobretodo Cesar y Tereza que subieron con los caballos. Ya son casi la una de la tarde y de pronto ya no dejo de divisar el ahora árbol, muy grande, que señala que llegamos a Maranpata, es un espigado eucalipto que espera con su sombra para refrescar a los caminantes que van llegando siempre. Aparece el clásico letrero señalizando el lugar y pienso que allí se acabo el ascenso pues la ciudadela esta allí, al frente...pequeño error…si bien es cierto que se ve "ahi, al frente" para llegar a ella primero hay que recorrer un tramo nada pequeño. Maranpata es en verdad un lindo sitio situado en una loma allá arriba. Es un lugar privilegiado pues permite divisar no solo la ciudad Inca sino también el cañón del Apurimac en todo su esplendor, así como las montañas circundantes, algunas de ellas nevadas. Hay más de un par de casas y mucha área para acampar, pues los lugareños han preparado sus estancias para la instalación de los campamentos. Por ahora es el último lugar en donde uno puede abastecerse de agua y algunos alimentos pues en el campamento mas adelante no se consigue absolutamente nada. Me encuentro nuevamente con Wilberto el arriero quien me dice que todos mis compañeros han continuado con Amilcar, el otro arriero, quien jala a las mulas con nuestro equipaje, para acampar "abajo" de la ciudadela, en la zona de camping. Para llegar allí hay que caminar por lo menos algo mas de una hora a paso medio y esa parte de la ruta tiene bajadas pronunciadas y por consecuencia también subidas que lo hacen especialmente cansado pues uno trae el trajín de las 5 horas ascendiendo y ya las piernas quieren parar por ese día. Sin embargo es especialmente fascinante puesto que el camino permite contemplar los impresionantes andenes incas, "colgados" casi en vertical en la ladera de los cerros y mirando abajo al río Apurimac. Igualmente fascinante es el incremento en la vegetación a medida que el camino se mete en las gargantas de la montaña. Empiezan a aparecer flores que no se ven mas abajo, así como algunos torrentes de agua. Las aves tampoco se hacen extrañar y sus cantos y trinos se escuchan con más nitidez y variedad. Este es en verdad un lugar mágico que aparenta ser una selva húmeda en donde se juntan especies vegetales y animales, tanto de sierra como de selva. Sin embargo estamos en la sierra y sabemos que "volteando" el cerro, camino a Aguas Calientes, el paisaje vuelve a cambiar y se vuelve nuevamente árido, aunque ahora solo llegaremos al campamento de Choquequirao. Ya eran mas de las dos de la tarde cuando continué el camino hasta el campamento y empezó a gotear, corroborando lo nublado y poco soleado que se puso el clima ese día. Lo que cayo de agua en ese momento fue suficiente para empaparnos, aunque el trajín y el apuro por llegar y acabar por ese día no nos hizo sentir la lluvia. Es raro que en Agosto llueva en la sierra y selva alta de nuestro Perú, pero por estos tiempos del calentamiento global cualquier cosa puede pasar y nunca esta demás estar mas de lo debidamente preparado. Me encanto encontrar muchas plantas de orquídeas y bromelias colgadas de los árboles, algunas de ellas con flores. También muchas mariposas e insectos, realmente un paisaje diferente a todos los anteriores vistos en esta ruta, hasta que por fin arribe al campamento, luego de alguito mas de una hora a buen paso. Los muchachos ya habían llegado y acomodado sus carpas, las mismas que estaban mojadas por la lluvia. Encontré a Antero, quien había llegado primero y había aprovechado el tiempo para ducharse, pues en el campamento de Choquequirao hay servicios higiénicos completos, en muy buen estado y con abundante agua helada. Junto al campamento hay una cabaña que es de quienes manejan el lugar y se encargan de la cobranza y el ingreso al lugar. Cobran la exagerada suma de 36 soles por persona y no ofrecen ningún servicio de guiado hacia la ciudadela. Tampoco se encuentra alguna información impresa y ni siquiera un tacho para depositar la basura. El personal que trabaja allí es especialmente parco y ante mi reclamo por querer cobrarle a mis arrieros se limitaron a decir que "ellos no saben nada", que es el INC quien dispone todo y que ellos se limitan a hacer lo que el Cusco dice...finalmente ante mi argumento de que el arriero solo dejo las mochilas y se regreso a Maranpata no me cobraron por ellos. Vale decir que el INC Cusco cobra 18 soles por cada arriero que ingresa mas allá de Maranpata, gasto que lo tiene que asumir quien los contrata, y que es completamente ilógico puesto que los arrieros son quienes les llevan a los turistas, imagínense que haría Cusco si no pudieran contar con los arrieros de Cachora…de hecho se quedan sin visitantes. Varias carencias encontramos en ese campamento, espero que las cosas mejoren para beneficio de los visitantes quienes se merecen algo mejor al llegar allí. Alrededor de las 4 y media de la tarde paro de llover y salio un lindo Arco Iris y después de un rato empezó la tempranera cena, puré, algunos enlatados, pan, sopa ramen, mazamorra y la promesa de hacer un tecito con galletas para eso de las 9 de la noche. Nadie se levanto después de comer, todos agarraron sueño temprano, con el fin de descansar lo necesario para levantarnos a las 6 de la mañana al día siguiente y ascender a la ciudadela. El plan inicial fue pasar un día entero en la ciudadela y recorrerla con detenimiento. Sin embargo decidimos descender el mismo día siguiente, pues veíamos muy "húmedo" el campamento y había que evitar una posible lluvia que empape todas nuestras cosas, entonces tendríamos cinco o seis horas el día siguiente, para recorrer la ciudadela y luego bajar a Santa Rosa Baja para acampar. Nuestro presagio en cuanto a lo "húmedo" no nos engaño. Esa noche la lluvia empezó, calculo que a eso de las 11 de la noche y no paro por ningún motivo enfriando el clima y empapando cuanta carpa estaba instalada allí.
...TERCER DIA...
Toda esa madrugada la lluvia cayó sin parar y no hubo carpa que no sufriese por el agua puesto que la zona de campamento tiene cierta inclinación y favorece que el agua se introduzca por los pisos. Ni que decir del barro en que se convirtieron los caminos. Aunque quisimos empezar lo más temprano posible para subir a la ciudadela no lo pudimos hacer pues la lluvia no paraba. Terminamos desayunando dentro de una de las duchas en los baños, aprovechando que nadie se animaba a bañarse por lo helada del agua. A eso de las 8 y media de la mañana empezó a amainar y decidimos subir a la ciudadela, la misma que esta a 45 minutos de distancia arriba del campamento. Tendríamos que recorrerla hasta las 2 de la tarde como máximo, luego bajar, recoger las cosas y empezar el regreso hacia Santa Rosa Baja. El camino hasta la ciudadela esta acompañado por una exuberante vegetación y ese día estaba completamente barroso. Me imagino como será esto en plena época de lluvia, tal vez imposible recorrerlo así. Sin embargo y a
pesar de que por ratos chispeaba llegamos arriba alrededor de las 9 y media de la mañana...¡¡¡Por fin¡¡¡... estábamos en el lugar que nos motivo a realizar este viaje y realmente el observar la grandiosidad de las edificaciones Incas hizo que valiese la pena todo el esfuerzo. Lo primero que encontramos al llegar son unos cuantos andenes que dan lugar a la plaza principal, muy amplia, nivelada y rodeada de edificaciones grandes, con techos en forma de "V" que en su época debieron tener protección, a la usanza de Machu Pichu. Luego vienen una serie de edificaciones a medida que vamos recorriendo el lugar y vamos ascendiendo poco a poco. Vemos también la impresionante canaleta de piedra que antaño trajo el agua desde las alturas así como más construcciones que se suceden unas tras otras. Este debió ser el lugar principal en aquella ciudadela. Alcanzamos la parte más alta del lugar y desde allí divisamos al Ushno o plataforma ceremonial que se encuentra prácticamente mirando al cañón del Apurimac. Sin embargo, lo que mas nos sorprendió fueron las vistosas llamas de piedra, muy blancas y decorando toda una andenería que para observarlas requiere tomar un camino que baja en vertical encima del Apurimac y rodeada de exuberante vegetación montañosa. Para observar estas singulares llamas en toda su plenitud tenemos que llegar a un precario mirador que se sitúa al frente de toda la pendiente en el cerro. Luego de extasiarnos observándolas regresamos a la plaza principal retomando ese camino ahora de subida y ponemos una vez mas a prueba nuestro resto físico. Nos falto tiempo para descender hasta los andenes que vimos al llegar a Maranpata y que están en la otra cara del cerro de las llamas plateadas. El tiempo pasó rápidamente y tuvimos que apresurarnos para regresar al campamento porque era más de la una de la tarde. Verdaderamente vale la pena quedarse un día entero allí y recorrerlos detenidamente, será para una próxima visita.
Luego de visitar la ciudad Inca regresamos presurosos al campamento a recoger las cosas. Nuestros amables arrieros ya habían llegado de Maranpata y habían desarmado las carpas, era necesario apresurarse porque ya estábamos con la hora y no queríamos que nos sorprenda la oscuridad en la bajada.
Empezamos pasadas las dos y media de la tarde y para variar empezó a gotear nuevamente, sin embargo no se veía amenaza de lluvia fuerte pues por ratos el cielo se aclaraba. De bajada pude apreciar mejor la vegetación y esta vez asesorado por una bióloga del Cusco quien estaba haciendo un inventario de flora en el lugar. Sucede que en Choquequirao se encuentran especies tanto de sierra como de selva alta, de tal modo que forma un ecosistema muy especial por esas latitudes. Tal vez sea por lo perpendicular de sus picos y montañas que forman verdaderas paredes de roca que esto suceda allí. Además esa abundancia vegetal hace que muchos otros seres establezcan sus moradas allí, desde pequeños artrópodos e insectos hasta los grandes osos andinos y los venados que aun pululan por las cercanías. Espero que pronto puedan declara toda esa montaña como Santuario Natural e Histórico y garanticen además de la intangibilidad arqueológica también la protección a su ecosistema.
Llegamos a Santa Rosa baja casi de noche. Reconocimos el quiosquito de Julián quien estaba atendiendo a pesar de la oscuridad y eso nos regocijo sobremanera. Además nos permitió usar uno de sus cuartos para instalar nuestra cocina y merendar bajo techo y con cierta comodidad, así que después de una suculenta y variada cena, sobremesa incluida, convertimos nuestra "cocina" en dormitorio...esa noche descansamos mucho mejor que la anterior y al día siguiente tuvimos un desayuno de lujo.
...CUARTO DIA…
Esa mañana tuvimos un buen descanso y un mejor clima. Sabíamos que el factor tiempo estaba controlado, por tanto ya podríamos pausar un poco y disfrutar algo mas del solo hecho de estar ahi, en contacto con la naturaleza y disfrutando tranquilamente del bonito paisaje así como el compañerismo y la buena charla con nuestros amigos. Antero se levanto mas temprano que los demás, desayuno y emprendió la marcha. Fue la ultima vez que lo vimos en la excursión, pues el no paro hasta volver a Abancay, creo que ese mismo día. Los demás desayunamos tranquilamente, cómodamente ubicados en el camping de Julián quien nos presto su "mobiliario" para tal fin. Alrededor de las 9 y media de la mañana emprendimos la marcha, de bajada hasta Rosalina y de allí ascendiendo. Ese día iríamos hasta Cocamasana, lugar en que acamparíamos y ya estaríamos cerca puesto que al día siguiente (sábado) debíamos llegar a Cachora alrededor del medio día y tomar un carro hasta Abancay. Como siempre salí ultimo e hice toda la caminata solo. El camino de bajada me permitió observar detalles de la flora y fauna de la parte baja de la Quebrada del Apurimac. La enorme cantidad de hierba roja que cubre desde la mitad del cerro hasta el nivel del río y se mixtura con los cactus y árboles de eryotecas, sin follaje en esta época. También encontré un enorme escarabajo verde, impresionante, no solo por el tamaño sino por su actitud confiada ante el lente de mi cámara. No se que variedad será, pero después los muchachos me comentaron que también lo habían visto. También me comentaron de la impresionante Guanábana que se devoro Tereza en Rosalina, de solo pensarlo siento el fragante aroma de esa deliciosa fruta en el paladar. Al bajar a Rosalina y cruzar el puente vi algo que se movía en las copas de los árboles. Era un ave grande, de color canelo con beige en el pecho y vientre, saltando entre las ramas. De principio pensé que era una pava de monte pero luego de observarla con detenimiento me di cuenta de que especie se trataba, era un Cuclillo o Cuco, aves emparentadas con los renegridos Guardacaballos, buscando insectos y pequeños frutos entre la vegetación, son especies muy útiles pues libran a los árboles de plagas nocivas. Pequeñas aves, insectos y mariposas revolotean en la parte baja de la quebrada, estas ultima muy notables por ser engañosamente miméticas.
Conté los más de 20 zigzags que hay que salvar para llegar a Chiquisca. Al llegar allí, después de casi una hora desde Rosalina, aproveche para abastecerme de agua y refrescarme. Definitivamente Chiquisca es el campamento más grande de toda esa ruta y corrobore que ahí se puede conseguir hospedaje rustico, pero hay y encontré algunos extranjeros hospedados disfrutando de la naturaleza. Desde Chiquisca en subida hasta Cocamasana es algo menos de una hora. El sol fuertísimo hizo que llegáramos acalorados al lugar. Felizmente mi llegada fue muy bien recibida, pues Cesar me ofreció un vaso de cerveza helada, el más delicioso que haya probado en los últimos tiempos. El campamento de Cocamasana es en verdad un sitio privilegiado pues se trata de una cornisa que mira al Cañón y también a la ciudadela inca. En una de las dos casas del lugar funciona una bodeguita, con lo suficiente para refrescarse y calmar el hambre. Además la amable dueña ha preparado un ambiente como comedor para los turistas. Hay una ducha que es siempre el mejor remedio para refrescarse al llegar acalorado desde Rosalina , de hecho es lugar de parada obligada para todos los que pasan por aquí, sea de ida o de venida. Por estar algo metido en un brazo del cañón se forma un microclima muy abrigado que favorece la aparición de un bosque semiseco. En el día vimos cóndores sobrevolando el lugar, los vimos tanto a la ida como al regreso y en la noche fue espectacular, pues al canto de las lechuzas y otras aves nocturnas se sumaron el espectáculo de luces de las luciérnagas que cubrió prácticamente toda el área de camping, un evento inolvidable de la naturaleza.
...QUINTO DIA...
Ese dia el solo hecho de estar nuevamente en el pueblo nos dio ánimo para salir muy temprano y ganarle al sol. Así lo hicimos y por eso el desayuno fue especialmente breve. Los primeros que partieron fueron Tereza y Cesar, montados en sus caballos, sabían que todo ese tramo para ellos era cabalgando pues es ascenso. También los arrieros se esmeran en hacer ese ultimo dia lo mas rápido que se pueda, así llegan mas temprano a casa, para acicalarse, descansar y estar con sus familias. Sin embargo, los 3 restantes, puesto que Antero ya se había desaparecido el dia anterior, aun teníamos que caminar, no solo el final de la subida hasta Capuliyoc, luego de casi 3 horas de ascenso, sino los 11 kilómetros por la carretera de tierra hasta Cachora. Esos 11 kilómetros se hacen 22 puesto que aunque no queremos aceptarlo, el cansancio de los 4 anteriores dias se empieza a sentir y no vemos la hora que acabe la ruta y estemos en la población y comer debidamente sentados en una mesa.
Sin embargo, como ya lo habíamos visto en el primer dia, la quebrada de Cachora tiene un hermoso marco de verdor y belleza, incluyendo algunos breves manantiales que nos refrescan antes de arribar. Me llamo mucho la atención las grandes bandadas de loros de frente roja, allí se ven grupos de muchas aves, calcularía en 100 loros por bandadas, imagínense cono quedan los arboles frutales después de una excursión de esas aves por lo que la gente que tiene huertas los detestan.
Finalmente, después de 3 horas de caminata desde el abra llegamos a la plaza de Cachora, ya casi cayéndonos de cansancio y calor y con unas ganas de tomar algo helado que nos refresque la garganta.
Luego de ese ceremonial y casi mágico momento y el reencontrarnos todos en el pueblo buscamos una movilidad que nos trasladara lo mas rápido posible a Abancay, recordando que el bus que nos llevaria a Lima parte a las 5 de la tarde y solo tendriamos 3 horas de disponibilidad de tiempo, lo necesario para buscar una ducha, almorzar y subirnos al bus.
Así fue y alrededor de las 2 de la tarde ya estábamos en Abancay. Una mezcla de satisfacción y pena, por que habíamos logrado cumplir con nuestra meta, y por todas las experiencias compartidas esos dias que llegaban a su fin.
...PRIMER DÍA...
La caminata empieza en el pueblo de Cachora, lugar que me lo imagine más austero y menos bello de lo que en realidad es. Este simpático pueblito a 3000 mts de altitud esta enclavado en un valle amplio de mucho verdor y laderas arboladas que mira al fastuoso nevado Padreyoc y completa así un imponente paisaje. Tal vez el exagerado volumen de excremento de equinos lo desmerezca algo, pero tenemos que recordar que desde hace algunos años la gente aquí vive del turismo y tener mulas y caballos es mas rentable que tener vacas lecheras. En fin, desde aquí se inicia la marcha y demora algo mas de tres horas llegar hasta el lugar denominado Capuliyoc que es donde empezamos la "brutal" bajada hasta la parte mas baja de la quebrada del Apurimac, que es nuestra primera meta. Ya en Cachora descubrí que esas dos horas se pueden "ahorrar" si alquilamos un taxi que nos acerque hasta Capuliyoc. Son 11 kilómetros que gustosos los dueños de las movilidades del pueblo nos trasladan previo pago de 40 soles la carrera...será para la próxima. Desde Capuliyoc se puede divisar la cima en que se encuentra la ciudadela Inca. Inclusive con un buen binocular se llegan a observar algunas edificaciones. Sin embargo lo que más nos sorprende es el tremendo camino que nos espera para ser descendido. Me dio la impresión de estar en una cantera de ladrillo molido, debió haber sido por el fuerte sol de ese momento (medio día) y la tierra rojiza del lugar así como la gran cantidad de pajonal en esas laderas caldeadas. Desde allí el Apurimac se ve como un delgadísimo riachuelo al fondo del cañón. Se aprecia también en un mejor ángulo al magnifico Padreyoc. Algo que llamo mi atención en ese momento fue que debajo del glaciar hay una exuberante vegetación, como que los deshielos del mismo producen la humedad suficiente para alimentar todo ese ecosistema. Se ve desde allí un bosque silvestre, sin intromisión humana. Ya me imaginaba a los osos de anteojos merodeando en esas laderas y buscando flores de bromelias en los árboles, su alimento principal.
Para quienes cuentan con un caballo y arriero para el trayecto, hasta aquí van sentados en la cabalgadura. A partir de Capuliyoc el descenso debe de ser a pie. Ningún arriero hace bajar a sus animales con personas a cuestas, puesto que afirman que los caballos se pueden desbarrancar con semejante peso. Por tanto no queda otra cosa que agarrar bien los bastones y empezar la larguísima bajada. Sabíamos que eran alrededor de 4 o mas horas para llegar al fondo del Cañón, al lugar denominado Playa Rosalina, así que empezamos. Después de un buen rato y desarmarse uno de los bastones de las participantes, llegamos a un banco de piedra en una curva del camino. Creo que había pasado más de una hora, así que nos sentamos un rato para observar todo lo que habíamos descendido y que nos pareció bastante. Además era impresionante la austeridad de esa ladera, cubierta con paja seca y algunos troncos que se resistían a ser calcinados por el sol. A mi pregunta de que si ese lugar era Cocamasana el arriero Wilberto me contesto que ese sitio se llama Tinajayoc. No se si era para salir del paso su respuesta, pero en mi mente se quedo grabado ese nombre. Cocamasana nos esperaba mas adelante. No demoramos mucho en llegar a ese lugar. aprox. 40 minutos. El paisaje ahí es diferente. Un letrero anuncia la llegada al sitio. Así anunciará desde allí todos los descansos y paradas de la ruta. Desde allí ya se puede ver nuestra meta para ese día. La Playa Rosalina esta al fondo y eso nos animo pues ya veíamos a donde íbamos a llegar. Mientras nos refrescábamos sentados en la banca de piedra del lugar, y esta debidamente techada para guarecernos con su sombra, un hermoso Cóndor sobrevoló largo tiempo el lugar y nos deleito con su dominio del planeo.
Cocamasana es una hermosa arista en todo ese camino. Hay un par de casitas de lugareños, y al regreso descubrimos aun mejor las bondades del lugar. Esta en una angostura del gran Cañón que permite la aparición de árboles de Ceibos y Eryotecas, de hecho ese lugar es un ecosistema diferente al resto puesto que es seco, pero también debe de tener mecanismos para almacenar humedad, pues los troncos estacionalmente secos de los muchos árboles que hay allí están colmados de plantas epifitas como las bromelias, tillandsias y orquídeas, algunas con flores. Un deleite para el observador de la naturaleza. También hay cactus, gramíneas y otras como los huanarpos o jatropas. Ese día continuamos bajando mientras la tarde avanzaba y el calor no cesaba. Ya veía el escarpado camino que tendríamos que ascender al siguiente día. Le pregunte a Wilberto donde estaba Maranpata. Me señalo un "pequeño" arbolito (al menos así se divisaba desde el frente) y me dijo que "allí es Maranpata"... ese lugar nos esperaba para el día siguiente, mientras ya era mas de las 3 de la tarde cuando llegamos a Chiquisca, lugar que también divisábamos desde arriba. Chiquisca es un verdadero oasis en el camino. Allí hay bastante espacio para establecer campamentos en medio de mucho verdor y sombra. Existen baños bien equipados. También me pareció que había algunos cuartos dedicados al hospedaje. Se pueden conseguir caballos y mulas para el arreo. Un par de familias venden agua (a 3.50 soles la botella chica y 10 soles la de 2 litros), gaseosas, galletas, algunas frutas (por lo cálido del lugar hay árboles de papayas, chirimoyas y mangos), una que otra golosina y cerveza, a 10 soles la botella. Un par de botellas "refresco" nuestras gargantas, pues del cansancio ya teníamos las lenguas besando nuestras rodillas. Estaban deliciosamente heladas, porque aquí hay refrigeradoras a gas, y nosotros lo celebramos y recuperamos fuerzas para hacer el descenso final del día. Después de un nada breve descanso continuamos descendiendo. Conté como 20 zigzag para llegar a Rosalina. Aquí el camino se hizo mas seco que nunca y los cactus nos acompañaron en todo ese trayecto. Existen algunos muy grandes y altos que me recordaron las columnares Browningias de la Quebrada de Tinajas muy cerca de Lima. También otros mas pequeños, con flores tubulares y muy rojas, Finalmente empezó a aparecer una vegetación muy rojiza en las laderas de aquellos cerros y el rumor del río...se sentía cada vez mas fuerte, señal que estábamos cerca de la llegada al campamento...hasta que llegamos. Ya era más de las 4 de la tarde. Nuestras piernas ya pedían descanso. Al final de la excursión llegue a la conclusión que ese fue el tramo mas exigido de los 5 días de caminata. Llegamos a Playa Rosalina, no había arena en la orilla como pensé al comienzo y no era tan sencillo bañarse en el río, como me habían comentado mis amigos en Lima, además de la "nube" de mosquitos que nos esperaba abajo. Hay un pequeño quiosco de una señora que vive allí y vende agua, gaseosas, etcetc...además de frutas. Carlos se abalanzo sobre una papaya, que compartió con los amigos y resulto ser un manjar por lo dulce que estaba y lo refrescante a nuestros paladares resecos. Al rato Tereza e Isabel devoraron la que quedaba en el puesto. En el lugar hay un conjunto de edificaciones muy recientes, con baños y duchas a manera de un centro vacacional, sin embargo no funciona como tal. A falta de alguien que informe, esa noche no armamos carpas y nos instalamos en un cuarto que estaba abierto, solo insulates y sleepings en el suelo y listo...a preparar la cena y organizarnos para el día siguiente. La noche en Rosalina es cálida. El lugar esta a 1500 mts de altitud y encerrado en lo estrecho del cañón, por lo que el frío no se siente. Sin embargo para dormir tuvimos que embadurnarnos con repelente puesto que los mosquitos planeaban "cenarnos" por entero. Tampoco estuvimos solos pues un grupo de más de 10 personas llego casi con la oscuridad y por poco casi nos deja sin hospedaje. Este grupo arranco a las 5 o 6 de la mañana del día siguiente hacia Choquequirao y fue nuestro "despertador" matinal. El plan de ellos era llegar a la ciudadela y de allí caminar hasta Aguas Calientes. Nosotros arrancamos a las 7 y un poco mas, después del "sustancioso" desayuno de avena y tortilla de huevo con Hot dog. En Rosalina es frecuente oír a las bandadas de loros que viven en las montañas circundantes y que bajan a la quebrada a comerse la fruta de los lugareños. La señora del quiosquito también me comentaba que hay murciélagos que comen la fruta, así que ni loros ni murciélagos son bien vistos por ellos. También comentaba de murciélagos que "pican" a los caballos, supongo que deben ser vampiros, así que mucho cuidado con dormir a la intemperie......
Empezamos el día con mucho entusiasmo y tratando de ganarle al sol que cuando cae por esos lares puede ser despiadado. Por ser el encargado de la cocina siempre salí último. Los demás "arrancaban" apenas terminaban de desayunar. Lo que sabíamos era que primero tendríamos que llegar a un lugar que se llama "Santa Rosa Baja" y aunque desde Rosalina no se ve, yo había divisado el día anterior con detenimiento como eran las paradas por hacer. Santa Rosa, tanto "baja" como la otra Santa Rosa un poco mas arriba, se ubican aprox. a 2100 mts de altura. Al comienzo el camino es muy austero, como el que nos termino de traer a Rosalina, bastante parado y limitado por una falda muy vertical en ese cerro, casi una pared. Se llega en una hora y media a dos horas y allí hay un simpático campo para quedarse, al estilo de los campings de Santa Eulalia alrededor de Chosica. Hay un trapiche de caña en el lugar, pues allí la siembran y crece bien, al igual que los árboles de chirimoyos, paltos y otros. También hay un pequeño quiosco que provee de agua, gaseosas y otras pocas cosas y también un amable joven llamado Julián quien atiende el lugar y conversa agradablemente con cuanto viajero o caminante pare allí, parada que es "obligatoria" porque a Santa Rosa se llega desde el río con una sed sahariana y sudando debido al fuerte sol que ya nos alcanzo para esa hora, al punto que una parte del ceremonial allí es sacarse el polo y exprimirlo hasta eliminar cuanta gota de sudor empape nuestra ropa. De hecho también hay abundante agua y hasta una ducha que se puede tomar pues el anfitrión del lugar lo permite mientras esperamos secar un poco la ropa tomando agua, gaseosa o tal vez una refrescante cerveza sentado en la banca del lugar. El lugar es tan simpático que provoca tirar la mochila y echarse a solear en el pasto, pero sabemos que ese día tenemos que llegar al campamento allá arriba, pasando primero por Maranpata, así que no queda otra cosa que retomar la mochila a la espalda y continuar. La otra Santa Rosa, la "alta" esta “allicito nomás”, a 20 minutos arriba, y la estanciera es la tía de Julián, aunque no tan amable como el sobrino, pero allí se le puede encargar a la señora que prepare algún potaje o platillo. Los servicios higiénicos de Santa Rosa Alta son mucho mejores y también
tiene su área verde para las carpas. Ambos lugares cobran la "astronómica" suma de 1 sol por carpa, nada como para desfalcar nuestros bolsillos. Pasamos de largo por allí y ya vimos como había cambiado el panorama, pues las dos Santas Rosas tienen bastante verdor en relación a Playa Rosalina. Hay bastantes campos de cultivos y sembríos. Muchas pequeñas aves de sierra acompañan al caminate y a medida que se asciende van en aumento las flores silvestres así como la vegetación. También aumenta la sombra en el camino, pues aparecen arbustos grandes y arbolitos que la proveen, hecho que es bienvenido en un camino caluroso y al medio día. A medida que volteamos una curva sabemos que estamos cada vez mas cerca de Maranpata, busco el arbolito que me señalo Wilberto el día anterior y por ratos lo veo, cada vez mas grande. Los demás ya deben estar en Maranpata, sobretodo Cesar y Tereza que subieron con los caballos. Ya son casi la una de la tarde y de pronto ya no dejo de divisar el ahora árbol, muy grande, que señala que llegamos a Maranpata, es un espigado eucalipto que espera con su sombra para refrescar a los caminantes que van llegando siempre. Aparece el clásico letrero señalizando el lugar y pienso que allí se acabo el ascenso pues la ciudadela esta allí, al frente...pequeño error…si bien es cierto que se ve "ahi, al frente" para llegar a ella primero hay que recorrer un tramo nada pequeño. Maranpata es en verdad un lindo sitio situado en una loma allá arriba. Es un lugar privilegiado pues permite divisar no solo la ciudad Inca sino también el cañón del Apurimac en todo su esplendor, así como las montañas circundantes, algunas de ellas nevadas. Hay más de un par de casas y mucha área para acampar, pues los lugareños han preparado sus estancias para la instalación de los campamentos. Por ahora es el último lugar en donde uno puede abastecerse de agua y algunos alimentos pues en el campamento mas adelante no se consigue absolutamente nada. Me encuentro nuevamente con Wilberto el arriero quien me dice que todos mis compañeros han continuado con Amilcar, el otro arriero, quien jala a las mulas con nuestro equipaje, para acampar "abajo" de la ciudadela, en la zona de camping. Para llegar allí hay que caminar por lo menos algo mas de una hora a paso medio y esa parte de la ruta tiene bajadas pronunciadas y por consecuencia también subidas que lo hacen especialmente cansado pues uno trae el trajín de las 5 horas ascendiendo y ya las piernas quieren parar por ese día. Sin embargo es especialmente fascinante puesto que el camino permite contemplar los impresionantes andenes incas, "colgados" casi en vertical en la ladera de los cerros y mirando abajo al río Apurimac. Igualmente fascinante es el incremento en la vegetación a medida que el camino se mete en las gargantas de la montaña. Empiezan a aparecer flores que no se ven mas abajo, así como algunos torrentes de agua. Las aves tampoco se hacen extrañar y sus cantos y trinos se escuchan con más nitidez y variedad. Este es en verdad un lugar mágico que aparenta ser una selva húmeda en donde se juntan especies vegetales y animales, tanto de sierra como de selva. Sin embargo estamos en la sierra y sabemos que "volteando" el cerro, camino a Aguas Calientes, el paisaje vuelve a cambiar y se vuelve nuevamente árido, aunque ahora solo llegaremos al campamento de Choquequirao. Ya eran mas de las dos de la tarde cuando continué el camino hasta el campamento y empezó a gotear, corroborando lo nublado y poco soleado que se puso el clima ese día. Lo que cayo de agua en ese momento fue suficiente para empaparnos, aunque el trajín y el apuro por llegar y acabar por ese día no nos hizo sentir la lluvia. Es raro que en Agosto llueva en la sierra y selva alta de nuestro Perú, pero por estos tiempos del calentamiento global cualquier cosa puede pasar y nunca esta demás estar mas de lo debidamente preparado. Me encanto encontrar muchas plantas de orquídeas y bromelias colgadas de los árboles, algunas de ellas con flores. También muchas mariposas e insectos, realmente un paisaje diferente a todos los anteriores vistos en esta ruta, hasta que por fin arribe al campamento, luego de alguito mas de una hora a buen paso. Los muchachos ya habían llegado y acomodado sus carpas, las mismas que estaban mojadas por la lluvia. Encontré a Antero, quien había llegado primero y había aprovechado el tiempo para ducharse, pues en el campamento de Choquequirao hay servicios higiénicos completos, en muy buen estado y con abundante agua helada. Junto al campamento hay una cabaña que es de quienes manejan el lugar y se encargan de la cobranza y el ingreso al lugar. Cobran la exagerada suma de 36 soles por persona y no ofrecen ningún servicio de guiado hacia la ciudadela. Tampoco se encuentra alguna información impresa y ni siquiera un tacho para depositar la basura. El personal que trabaja allí es especialmente parco y ante mi reclamo por querer cobrarle a mis arrieros se limitaron a decir que "ellos no saben nada", que es el INC quien dispone todo y que ellos se limitan a hacer lo que el Cusco dice...finalmente ante mi argumento de que el arriero solo dejo las mochilas y se regreso a Maranpata no me cobraron por ellos. Vale decir que el INC Cusco cobra 18 soles por cada arriero que ingresa mas allá de Maranpata, gasto que lo tiene que asumir quien los contrata, y que es completamente ilógico puesto que los arrieros son quienes les llevan a los turistas, imagínense que haría Cusco si no pudieran contar con los arrieros de Cachora…de hecho se quedan sin visitantes. Varias carencias encontramos en ese campamento, espero que las cosas mejoren para beneficio de los visitantes quienes se merecen algo mejor al llegar allí. Alrededor de las 4 y media de la tarde paro de llover y salio un lindo Arco Iris y después de un rato empezó la tempranera cena, puré, algunos enlatados, pan, sopa ramen, mazamorra y la promesa de hacer un tecito con galletas para eso de las 9 de la noche. Nadie se levanto después de comer, todos agarraron sueño temprano, con el fin de descansar lo necesario para levantarnos a las 6 de la mañana al día siguiente y ascender a la ciudadela. El plan inicial fue pasar un día entero en la ciudadela y recorrerla con detenimiento. Sin embargo decidimos descender el mismo día siguiente, pues veíamos muy "húmedo" el campamento y había que evitar una posible lluvia que empape todas nuestras cosas, entonces tendríamos cinco o seis horas el día siguiente, para recorrer la ciudadela y luego bajar a Santa Rosa Baja para acampar. Nuestro presagio en cuanto a lo "húmedo" no nos engaño. Esa noche la lluvia empezó, calculo que a eso de las 11 de la noche y no paro por ningún motivo enfriando el clima y empapando cuanta carpa estaba instalada allí.
...TERCER DIA...
Toda esa madrugada la lluvia cayó sin parar y no hubo carpa que no sufriese por el agua puesto que la zona de campamento tiene cierta inclinación y favorece que el agua se introduzca por los pisos. Ni que decir del barro en que se convirtieron los caminos. Aunque quisimos empezar lo más temprano posible para subir a la ciudadela no lo pudimos hacer pues la lluvia no paraba. Terminamos desayunando dentro de una de las duchas en los baños, aprovechando que nadie se animaba a bañarse por lo helada del agua. A eso de las 8 y media de la mañana empezó a amainar y decidimos subir a la ciudadela, la misma que esta a 45 minutos de distancia arriba del campamento. Tendríamos que recorrerla hasta las 2 de la tarde como máximo, luego bajar, recoger las cosas y empezar el regreso hacia Santa Rosa Baja. El camino hasta la ciudadela esta acompañado por una exuberante vegetación y ese día estaba completamente barroso. Me imagino como será esto en plena época de lluvia, tal vez imposible recorrerlo así. Sin embargo y a
pesar de que por ratos chispeaba llegamos arriba alrededor de las 9 y media de la mañana...¡¡¡Por fin¡¡¡... estábamos en el lugar que nos motivo a realizar este viaje y realmente el observar la grandiosidad de las edificaciones Incas hizo que valiese la pena todo el esfuerzo. Lo primero que encontramos al llegar son unos cuantos andenes que dan lugar a la plaza principal, muy amplia, nivelada y rodeada de edificaciones grandes, con techos en forma de "V" que en su época debieron tener protección, a la usanza de Machu Pichu. Luego vienen una serie de edificaciones a medida que vamos recorriendo el lugar y vamos ascendiendo poco a poco. Vemos también la impresionante canaleta de piedra que antaño trajo el agua desde las alturas así como más construcciones que se suceden unas tras otras. Este debió ser el lugar principal en aquella ciudadela. Alcanzamos la parte más alta del lugar y desde allí divisamos al Ushno o plataforma ceremonial que se encuentra prácticamente mirando al cañón del Apurimac. Sin embargo, lo que mas nos sorprendió fueron las vistosas llamas de piedra, muy blancas y decorando toda una andenería que para observarlas requiere tomar un camino que baja en vertical encima del Apurimac y rodeada de exuberante vegetación montañosa. Para observar estas singulares llamas en toda su plenitud tenemos que llegar a un precario mirador que se sitúa al frente de toda la pendiente en el cerro. Luego de extasiarnos observándolas regresamos a la plaza principal retomando ese camino ahora de subida y ponemos una vez mas a prueba nuestro resto físico. Nos falto tiempo para descender hasta los andenes que vimos al llegar a Maranpata y que están en la otra cara del cerro de las llamas plateadas. El tiempo pasó rápidamente y tuvimos que apresurarnos para regresar al campamento porque era más de la una de la tarde. Verdaderamente vale la pena quedarse un día entero allí y recorrerlos detenidamente, será para una próxima visita.
Luego de visitar la ciudad Inca regresamos presurosos al campamento a recoger las cosas. Nuestros amables arrieros ya habían llegado de Maranpata y habían desarmado las carpas, era necesario apresurarse porque ya estábamos con la hora y no queríamos que nos sorprenda la oscuridad en la bajada.
Empezamos pasadas las dos y media de la tarde y para variar empezó a gotear nuevamente, sin embargo no se veía amenaza de lluvia fuerte pues por ratos el cielo se aclaraba. De bajada pude apreciar mejor la vegetación y esta vez asesorado por una bióloga del Cusco quien estaba haciendo un inventario de flora en el lugar. Sucede que en Choquequirao se encuentran especies tanto de sierra como de selva alta, de tal modo que forma un ecosistema muy especial por esas latitudes. Tal vez sea por lo perpendicular de sus picos y montañas que forman verdaderas paredes de roca que esto suceda allí. Además esa abundancia vegetal hace que muchos otros seres establezcan sus moradas allí, desde pequeños artrópodos e insectos hasta los grandes osos andinos y los venados que aun pululan por las cercanías. Espero que pronto puedan declara toda esa montaña como Santuario Natural e Histórico y garanticen además de la intangibilidad arqueológica también la protección a su ecosistema.
Llegamos a Santa Rosa baja casi de noche. Reconocimos el quiosquito de Julián quien estaba atendiendo a pesar de la oscuridad y eso nos regocijo sobremanera. Además nos permitió usar uno de sus cuartos para instalar nuestra cocina y merendar bajo techo y con cierta comodidad, así que después de una suculenta y variada cena, sobremesa incluida, convertimos nuestra "cocina" en dormitorio...esa noche descansamos mucho mejor que la anterior y al día siguiente tuvimos un desayuno de lujo.
...CUARTO DIA…
Esa mañana tuvimos un buen descanso y un mejor clima. Sabíamos que el factor tiempo estaba controlado, por tanto ya podríamos pausar un poco y disfrutar algo mas del solo hecho de estar ahi, en contacto con la naturaleza y disfrutando tranquilamente del bonito paisaje así como el compañerismo y la buena charla con nuestros amigos. Antero se levanto mas temprano que los demás, desayuno y emprendió la marcha. Fue la ultima vez que lo vimos en la excursión, pues el no paro hasta volver a Abancay, creo que ese mismo día. Los demás desayunamos tranquilamente, cómodamente ubicados en el camping de Julián quien nos presto su "mobiliario" para tal fin. Alrededor de las 9 y media de la mañana emprendimos la marcha, de bajada hasta Rosalina y de allí ascendiendo. Ese día iríamos hasta Cocamasana, lugar en que acamparíamos y ya estaríamos cerca puesto que al día siguiente (sábado) debíamos llegar a Cachora alrededor del medio día y tomar un carro hasta Abancay. Como siempre salí ultimo e hice toda la caminata solo. El camino de bajada me permitió observar detalles de la flora y fauna de la parte baja de la Quebrada del Apurimac. La enorme cantidad de hierba roja que cubre desde la mitad del cerro hasta el nivel del río y se mixtura con los cactus y árboles de eryotecas, sin follaje en esta época. También encontré un enorme escarabajo verde, impresionante, no solo por el tamaño sino por su actitud confiada ante el lente de mi cámara. No se que variedad será, pero después los muchachos me comentaron que también lo habían visto. También me comentaron de la impresionante Guanábana que se devoro Tereza en Rosalina, de solo pensarlo siento el fragante aroma de esa deliciosa fruta en el paladar. Al bajar a Rosalina y cruzar el puente vi algo que se movía en las copas de los árboles. Era un ave grande, de color canelo con beige en el pecho y vientre, saltando entre las ramas. De principio pensé que era una pava de monte pero luego de observarla con detenimiento me di cuenta de que especie se trataba, era un Cuclillo o Cuco, aves emparentadas con los renegridos Guardacaballos, buscando insectos y pequeños frutos entre la vegetación, son especies muy útiles pues libran a los árboles de plagas nocivas. Pequeñas aves, insectos y mariposas revolotean en la parte baja de la quebrada, estas ultima muy notables por ser engañosamente miméticas.
Conté los más de 20 zigzags que hay que salvar para llegar a Chiquisca. Al llegar allí, después de casi una hora desde Rosalina, aproveche para abastecerme de agua y refrescarme. Definitivamente Chiquisca es el campamento más grande de toda esa ruta y corrobore que ahí se puede conseguir hospedaje rustico, pero hay y encontré algunos extranjeros hospedados disfrutando de la naturaleza. Desde Chiquisca en subida hasta Cocamasana es algo menos de una hora. El sol fuertísimo hizo que llegáramos acalorados al lugar. Felizmente mi llegada fue muy bien recibida, pues Cesar me ofreció un vaso de cerveza helada, el más delicioso que haya probado en los últimos tiempos. El campamento de Cocamasana es en verdad un sitio privilegiado pues se trata de una cornisa que mira al Cañón y también a la ciudadela inca. En una de las dos casas del lugar funciona una bodeguita, con lo suficiente para refrescarse y calmar el hambre. Además la amable dueña ha preparado un ambiente como comedor para los turistas. Hay una ducha que es siempre el mejor remedio para refrescarse al llegar acalorado desde Rosalina , de hecho es lugar de parada obligada para todos los que pasan por aquí, sea de ida o de venida. Por estar algo metido en un brazo del cañón se forma un microclima muy abrigado que favorece la aparición de un bosque semiseco. En el día vimos cóndores sobrevolando el lugar, los vimos tanto a la ida como al regreso y en la noche fue espectacular, pues al canto de las lechuzas y otras aves nocturnas se sumaron el espectáculo de luces de las luciérnagas que cubrió prácticamente toda el área de camping, un evento inolvidable de la naturaleza.
...QUINTO DIA...
Ese dia el solo hecho de estar nuevamente en el pueblo nos dio ánimo para salir muy temprano y ganarle al sol. Así lo hicimos y por eso el desayuno fue especialmente breve. Los primeros que partieron fueron Tereza y Cesar, montados en sus caballos, sabían que todo ese tramo para ellos era cabalgando pues es ascenso. También los arrieros se esmeran en hacer ese ultimo dia lo mas rápido que se pueda, así llegan mas temprano a casa, para acicalarse, descansar y estar con sus familias. Sin embargo, los 3 restantes, puesto que Antero ya se había desaparecido el dia anterior, aun teníamos que caminar, no solo el final de la subida hasta Capuliyoc, luego de casi 3 horas de ascenso, sino los 11 kilómetros por la carretera de tierra hasta Cachora. Esos 11 kilómetros se hacen 22 puesto que aunque no queremos aceptarlo, el cansancio de los 4 anteriores dias se empieza a sentir y no vemos la hora que acabe la ruta y estemos en la población y comer debidamente sentados en una mesa.
Sin embargo, como ya lo habíamos visto en el primer dia, la quebrada de Cachora tiene un hermoso marco de verdor y belleza, incluyendo algunos breves manantiales que nos refrescan antes de arribar. Me llamo mucho la atención las grandes bandadas de loros de frente roja, allí se ven grupos de muchas aves, calcularía en 100 loros por bandadas, imagínense cono quedan los arboles frutales después de una excursión de esas aves por lo que la gente que tiene huertas los detestan.
Finalmente, después de 3 horas de caminata desde el abra llegamos a la plaza de Cachora, ya casi cayéndonos de cansancio y calor y con unas ganas de tomar algo helado que nos refresque la garganta.
Luego de ese ceremonial y casi mágico momento y el reencontrarnos todos en el pueblo buscamos una movilidad que nos trasladara lo mas rápido posible a Abancay, recordando que el bus que nos llevaria a Lima parte a las 5 de la tarde y solo tendriamos 3 horas de disponibilidad de tiempo, lo necesario para buscar una ducha, almorzar y subirnos al bus.
Así fue y alrededor de las 2 de la tarde ya estábamos en Abancay. Una mezcla de satisfacción y pena, por que habíamos logrado cumplir con nuestra meta, y por todas las experiencias compartidas esos dias que llegaban a su fin.
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